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Una semana con Gaudí
23.03.2019
Unos muebles de la Pedrera, un colgador de la Casa Calvet, la restauración de la Casa Batlló y la cascada de la Casa Vicens llevan al arquitecto a la actualidad en los últimos siete días.
Antoni Gaudí es autor de una obra poliédrica en la que además de sus reconocidos y multivisitados edificios creó muebles, objetos y estructuras que siguen, más de cien años después, generando interés. Es lo que ha ocurrido en la última semana en la que hasta cuatro de sus trabajos, relacionados con cuatro de sus principales edificios, han sido protagonistas: desde la cesión del excepcional recibidor de la Casa Milà al MNAC, hasta la presentación de una copia a tamaño real de la cascada de la Casa Vicens, pasando por la posibilidad de comprar una copia numerada del colgador de la Casa Calvet o vivir, de primera mano, los trabajos de restauración de la Casa Batlló.
Viernes. El recibidor de la Pedrera.
El piso noble de la Casa Milà fue un paraíso del modernismo, pero los 1.323 metros cuadrados que Gaudí construyó y decoró para uno de su mecenas, Pere Milà, quedaron en casi nada al fallecer ya que su viuda Roser Segimon se deshizo de los muebles y arrasó las formas curvas que decoraban los techos (menos la de la zona de servicios). Pero se salvaron los del recibidor que forraban las paredes con varios armarios empotrados y un par de bancos. Siete de estas piezas han sido depositados por la Sagrada Familia al MNAC donde se expondrán tras restaurarlos.
Se conocen pocos datos de ellos. En la Fundación Catalunya La Pedrera explican que tras fallecer Segimon, la Inmobiliaria Provenza alquiló en 1964 el piso a la compañía de seguros Northern que en 1966 hizo obras para instalarse. Es en ese momento cuando los muebles se entregan a Amics de Gaudí, presidida por Joan Bassegoda i Nonell, uno de los mayores especialistas en el arquitecto. Estuvieron expuestos en la Casa Gaudí del Park Güell, donde, como recuerda Lluís Gueilburt, especialista en muebles gaudianos, hubo que "atornillar los bancos para impedir que los turistas tiraran botellas vacías dentro".
Lunes. El colgador de la Casa Calvet.
Gaudí era un creador total. Un hombre del Renacimiento y un manitas. Construía casas y todos sus elementos, ocupándose de los detalles más pequeños, como tiradores de puertas y ventanas y colgadores. Como el que hizo para (se cree) el despacho del dueño de la Casa Calvet, una de sus primeras obras que fue premiada como la mejor casa construida en Barcelona en 1900. De 23 centímetros y poco más de un kilo de peso, la pieza, formada por tres elementos de madera de roble y una cinta de hierro que las une, es original se mire por donde se mire. Esta mini obra de arte que se conserva en la Cátedra Gaudí (el Museo del Modernismo conserva otras dos iguales desde 2011) se puede adquirir por 1028,5 euros después de que BD Barcelona venda réplicas idénticas, de forma ilimitada, pero numeradas. "Es una obra pequeña, pero intensa", explica Juanjo Lahuerta, director de la cátedra que certifica las copias.
Martes. La restauración de la Casa Batlló.
La Casa Batlló (1906) recibe más de un millón de visitantes al año. Por eso, sus responsables no han dudado en mantenerla abierta durante los trabajos de restauración del piso principal, donde se están recuperando los estucados de las paredes en forma de trencadís, algunos con juntas de pan de oro, pese a las molestias que crean el continuo deambular de los visitantes. La visita, que realiza Cases Singulars, es posible subirse al andamio, a 30 metros de altura, y mirar, de tu a tu, al dragón (¿o pez?) que corona la azotea. Aquí se está realizando una minuciosa labor de conservación de la cerámicas de la piel (¿o escamas?) de esta fiera dormida, además de reparar el vidriado de la enorme cruz de cuatro brazos, otra marca del arquitecto. La fachada estará lista antes de Sant Jordi. El interior, en junio.
Jueves. La cascada de la Casa Vicens.
La última obra de Gaudí presentada la semana pasada ha viajado a Cornellà donde el Museo de les Aigües ha reproducido a escala real la enorme cascada que creó en 1885 para la Casa Vicens, donde estuvo hasta 1945, momento en el que se derribó por la presión urbanística una parte de la finca. Para crear esta copia fidedigna se han fabricado 27.000 ladrillos y se han empleado las mismas técnicas de la época, según explicó el catedrático de Estructuras de la ETSAB, Josep Vicenç Gómez, que ha dirigido durante seis meses la obra, "siguiendo los planos y las fotografías de la original", según Daniel Giralt-Miracle, otro de los grandes expertos de Gaudí y responsable del proyecto. Con esta obra, como no podía ser de otra forma, Gaudí rompió el esquema de las fuentes ornamentales del momento, creando una obra funcional con un gran arco parabólico, que servía para refrescar la casa, en los ya tórridos veranos de la época, una especie de aire acondicionado de la época.
José Ángel Montañés, El Pais.